viernes, 16 de mayo de 2014

Celebración del centenario de la Institución Teresiana en Alicante, 16 de mayo de 2014

Institución Teresiana,
cien años de presencia en Alicante

¡100 años de vida de la Institución Teresiana en Alicante! Si de siete de su estancia en Covadonga, Pedro Poveda dijo que “dan mucho de sí”, podemos imaginar lo que significa un centenario…

Celebración eucarística:

Y qué mejor manera de festejarlo  que con una celebración eucarística en la co-Catedral, presidida por el padre Conejero, amigo y asiduo de muchas de nuestras celebraciones, colaborador de la pastoral del Colegio Sta. Teresa y concelebrada con D. Ramón, párroco de S. Nicolás. El aforo completo y la participación nutrida. Una gran familia que cantaba acompañada por el órgano.

Conejero sintetizó en tres palabras lo que para él eran los ejes de la vida del miembro de la Institución Teresiana: vocación, persona y humanización. El ser miembro no es una opción, decía, es una respuesta a una llamada del mismo Dios y es a poner la persona en el centro de nuestras relaciones, profesionales, familiares, sociales. Y lo es para humanizar a todo el mundo sin ningún tipo de exclusión, haciendo un mundo más justo, más fraterno.

En el ofertorio,  la sal nos recordó que evangélicamente lo somos y que el Padre Poveda pidió a sus miembros que dieran sabor a la vida; con una flor, presentada por una joven, estaba la promesa de la juventud que tantas veces nos sorprende con su generosidad; el pan y el vino que se transformarán en el Cuerpo y Sangre de Cristo y en los que se presentan nuestras propias vidas. La paz se transformó en un gran abrazo que habría de continuar fuera ya de la iglesia, camino del Centro que el Ayuntamiento cedió para una mesa redonda y un vino español.

Mesa redonda, exposición y vino español:

Cuatro antiguos alumnos de otras tantas generaciones, un economista, una profesora de Primaria, una poeta y una catedrática de la Universidad de Alicante, fueron desgranando su experiencia fecunda de sus vidas en los distintos ámbitos de su formación. Notas distintas y acordes de una misma melodía, dirigida por la moderadora con gran maestría. El testimonio no se conformó con describir cómo habían ido descubriendo rasgos propios del carisma de Poveda: atención “personalísima”, formación integral, académica, afectiva, sicológica y espiritual. 


Todos coincidieron, sin haberse puesto de acuerdo, en que la huella en sus vidas era indeleble, que las citas textuales de Pedro Poveda o Josefa Segovia no eran meros textos aprendidos, sino impulso en el quehacer diario. La última intervención, fue describiendo los retos que la sociedad de hoy presenta a la Institución Teresiana y como ésta trata de dar respuesta, no sólo en la educación formal impartida en centros públicos y privados: la presencia en el mundo de la empresa, en el sanitario, en la pastoral parroquial, colaboración en el Obispado, en programas de formación del profesorado, en barrios donde vive una población a veces excluida, con inmigrantes, etc. Y señaló como muchas de estas presencias se hacían en otras asociaciones y colectivos no pertenecientes a  la Institución Teresiana. Destacó la labor de Intered, Ong de la propia Institución en el ámbito de la cooperación internacional y en la que se forman voluntarios en la Universidades de Elche y Alicante, sea para intervenir en países terceros y también en proyectos locales, como en el barrio de Virgen del Remedio de Alicante, colaborando con la Ong “Proyecto Cultura y Solidaridad” en la que intervienen también miembros de nuestra Asociación.

En la presentación de la Mesa redonda, Ana Maldonado, dentro de la coordinación de la actividad de la Institución Teresiana en la Comunidad Valenciana, agradeció la presencia de los que allí estábamos y recordó a los que por circunstancias diversas no estaban entre nosotros. Destacó el valor de la educación con su efecto multiplicador, educación para forjar ciudadanos responsables y comprometidos en la sociedad.

A continuación,  Un vino español, dio pie a encuentros de personas que no se veían hacía muchos años y que procedían de distintos puntos de España. También se conocieron los más jóvenes o amigos “recién llegados”. Y en este marco, una exposición gráfica unía el “El ayer y el hoy”, que así se titulaba esta manifestación.


Difícil era abandonar el local, decirse adiós, que se transformó en “hasta pronto”, gracias a las agendas en las que se iban dando cita para seguir o comenzar  una amistad entrañable. Lo dicho, ¡hasta la próxima… sin esperar cien años, por favor!

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